miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL MONSTRUO QUE USTEDES CREARON









EL MONSTRUO QUE USTEDES CREARON


Cecilia Orozco Tascón
Ahí lo tienen: ese es el Frankenstein que el establecimiento creó y del que ahora, hipócritamente, se sorprende mientras en privado lo felicita.

Por: Cecilia Orozco Tascón

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El procurador actual es un monstruo que, similar al protagonista de la novela de terror de 1800, desafía el poder de Dios y, cómo no, el del pueblo soberano. Incluso Petro depositó su voto indoctrinado por este representante del oscurantismo que resurge en pleno siglo XXI. Al alcalde debe estarle sabiendo a cacho su pragmatismo que lo hizo apoyar a Ordóñez candidato. Ese pragmatismo que también lo condujo a separarse del Polo para brillar él solo y para tratar de hacer alianzas con el entonces presidente Uribe o para intentar copiar, malamente, el “acuerdo sobre lo fundamental” de Álvaro Gómez Hurtado. ¡Qué sancocho ideológico el de nuestro burgomaestre destituido!

Pero esta columna no trata sobre las incoherencias de Petro, ahora virado de nuevo hacia una especie de extrema izquierda para insubordinar a los beneficiarios de sus programas y sostenerse, por esa vía no jurídica, en el palacio Liévano. Mucho más importante que el estudio del perfil psicológico del aún mandatario, es el análisis del confuso momento que se presenta con su separación definitiva del cargo, toda vez que él es el alcalde más influyente del país. Es relevante, en cambio, que nos centremos en su juez omnipotente, en las excesivas facultades que la Constitución y el Código Disciplinario Único le cedieron a este, y en los fallos que hasta en la Corte Constitucional le dieron soporte legal. En el artículo 277, punto 6 de la Carta, que se refiere a una de las facultades del procurador, se dice que él puede “ejercer vigilancia de la conducta oficial de quienes desempeñen funciones públicas, inclusive las de elección popular” y que, así mismo puede “adelantar las investigaciones e imponer las sanciones...” a que haya lugar. En el artículo 278 se establece que debe “desvincular del cargo” a quien incurra en cuatro faltas: infringir la Constitución o la ley, derivar provecho patrimonial indebido de su cargo, obstaculizar procesos, ser negligente en la aplicación de sanciones a sus empleados o en la denuncia de hechos delictivos. Ninguna aplica a Petro, salvo que quien examine el caso del modelo de recolección de las basuras aunque este haya sido desastroso, quiera ajustar esas causales para fregarlo. Los abogados resabiados saben que las interpretaciones jurídicas dan para lo que se requiera. Y Ordóñez es profesor en ese acomodamiento tanto para condenar a un ‘no culpable’ como para premiar a un bandido.

El procurador saca pecho con los 800 mandatarios despojados por él, como si la cantidad les diera, automáticamente, carácter de legalidad a sus actos. Claro, hay otra cuenta que no hace: la de aquellos que salva con sus omisiones o conceptos, entre estos, el grupo de parapolíticos y el de magistrados a los que no solo les da burocracia para sus familiares y novias sino a quienes les tira salvavidas, como el del apoyo a la elección de las bellezas de Ricaurte y Munar en el Consejo de la Judicatura, adonde llegaron con los votos de los togados que ambos eligieron meses antes. Así de elástica es la moral del dios Ordóñez: estrecha para juzgar al alcalde de Bogotá por un acto de gobierno; a Piedad Córdoba, sancionada con una prueba inválida; al alcalde Alonso Salazar de Medellín por supuesta participación en política, cuando el propio procurador hace lo que le da gana en esa materia. Esperemos a que cometa el error de bajar su hacha contra uno de la derecha, si es que llega a esa torpeza, para saber si los que lo aúpan continúan aplaudiéndolo o si, cuando se sientan afectados, gritarán contra él, llamándolo por su nombre: frankenstein.


TAGS: Procurador Alejandro Ordóñez D


domingo, 27 de octubre de 2013

La última lágrima




Allí estaba, sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano. El anciano miraba a la nada. Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto que me fue muy difícil acercarme, a preguntarle, o siquiera consolarlo.
Por el frente de su casa pasé mirándolo, al voltear su mirada la fijó en mi, le sonreí, lo saludé con un gesto aunque no crucé la calle, no me animé, no lo conocía y si bien entendí que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad seguí mi camino, sin convencerme de estar haciendo lo correcto.

En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía. Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y tan pronto llegué a mi casa, comencé a leerlo esperando que el tiempo borrara esa presencia... pero esa lágrima no se borraba... Los viejos no lloran así por nada, me dije.

Esa noche me costó dormir; la conciencia no entiende de horarios y decidí que a la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido. Luego de vencer mi pena, logré dormir. Recuerdo haber preparado un poco de café, compré galletas y muy deprisa fui a su casa convencido de tener mucho por conversar.

Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió otro hombre. ¿Qué desea? preguntó, mirándome con un gesto adusto. Busco al anciano que vive en esta casa, contesté. Mi padre murió ayer por la tarde, dijo entre lágrimas. ¡Murió! dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron.

¿Usted quién es? volvió a preguntar. En realidad, nadie, contesté y agregué. Ayer pasé por la puerta de su casa, y estaba su padre sentado, vi que lloraba y a pesar de que lo saludé no me detuve a preguntarle que le sucedía pero hoy volví para hablar con él pero veo que es tarde.
No me lo va a creer pero usted es la persona de quien hablaba en su diario. Extrañado por lo que me decía, lo miré pidiéndole más explicación. Por favor, pase. Me dijo aún sin contestarme. Luego de servir un poco de café me llevó hasta donde estaba su diario y la última hoja rezaba: Hoy me regalaron una sonrisa plena y un saludo amable... hoy es un día bello.


Tuve que sentarme, me dolió el alma de solo pensar lo importante que hubiera sido para ese hombre que yo cruzara aquella calle. Me levanté lentamente y al mirar al hombre le dije: Si hubiera cruzado de vereda y hubiera conversado unos instantes con su padre... Pero me interrumpió y con los ojos humedecidos de llanto dijo: Si yo hubiera venido a visitarlo al menos una vez este último año, quizás su saludo y su sonrisa no hubieran significado tanto.

lunes, 7 de octubre de 2013

¿ESTAMOS CRIANDO VAGOS?



¿ESTAMOS CRIANDO VAGOS?

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de “sus traumas”. No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo. Hay que darles su 'semana' o mesada, de la que se quejan a diario porque -'eso no me alcanza'-. Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo, cayéndose de borrachos o habiendo fumado un churro de marihuana.

Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el dí a en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que conforman a la ya tristemente célebre Generación de los NINI’S, que ni estudian ni trabajan, ó estudian y trabajan con todo el pesar.

¿En qué estamos fallando?

Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que nosotros mismos “elaboramos un discurso” que no dio resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'. Usted porque tiene lo que tiene…? Pues porque le costó su esfuerzo… muchos sacrificios, y así es que aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres “al ver y compartir” su esfuerzo, en lugar de “ocultarlo” y aparentar que todo es “color de rosa” en la vida. Sin embargo, nosotros acostumbramos a nuestros hijos a recibir todo por obligación.

Nuestros hijos nunca han conocido la escasez en su exacta dimensión, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya han ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre son generosamente complacidos y ellos se han convertido en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, Equipo de sonido, Internet y comer en la cama, Recogerle el reguero que dejan porque siempre se les hace tarde para salir, etc…) y luego pretendemos que nuestra casa sea un hogar… o exigimos o preguntamos, porque nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, ya que cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar.

Quien les suministró todo eso a nuestros hijos…NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN. Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos… a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Víctor Frankl dice que “lo que hace falta es educar en el amor al trabajo (creativo)”. La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta des-información para salirse con la suya; ya que ahora los patos le tiran a las escopetas, pues ahora somos padres ignorantes con hijos informados –mal- pero con información al cabo. Será cierto que:

“¿Somos la generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos...?”


Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas maestros, y en un medio ambiente cada vez más deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales. NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR. —

jueves, 3 de octubre de 2013

Reflexión del Caballero de la Armadura Oxidada

                                                   
                                                                                





                                                  El Caballero de la Armadura Oxidada  


"Armadura Oxidada"

Hay un libro que se titula "El Caballero de la Armadura Oxidada" cuyo autor es Robert Fisher. Sobre este libro hace unas reflexiones interesantes el escritor Alfonso Aguiló, las cuales nos pueden ayudar a reflexionar y que a continuación las transcribo.

Es un relato de fantasía adulta, cuyo protagonista es un ejemplar caballero medieval que "cuando no estaba luchando en una batalla, matando dragones o rescatando damiselas, estaba ocupado probándose su armadura y admirando su brillo".

Nuestro caballero se había enamorado hasta tal punto de su armadura que se la empezó a poner para cenar, y a menudo para dormir. Después ya no se la quitaba para nada. Su mujer ya estaba harta de no poder ver el rostro de su marido, y de dormir mal por culpa del ruido metálico de la armadura.

La situación llega a ser tan insostenible para la desdichada familia que el caballero decide finalmente quitarse la armadura, pero descubre que, por llevarla tanto tiempo, está totalmente atascada y no puede. Marcha en busca del mago Merlín, que le muestra un sendero estrecho y empinado como la única solución para liberarse de ella. Es el sendero de la verdad.

Tiene que superar diversas pruebas. En una de ellas comprueba que apenas se había ganado el afecto de su hijo, y eso le hace llorar amargamente. La sorpresa llega cuando ve que la armadura se ha oxidado como consecuencia de las lágrimas, y parte de ella se ha desencajado y caído. Su llanto había comenzado a liberarle.

Más adelante advierte que durante años no había querido admitir las cosas que hacía mal. Había preferido culpar siempre a los demás: a su madre, a su padre, a sus profesores, a su mujer, a su hijo, a sus amigos y a todos los demás. Había sido ingrato e injusto con su mujer y su hijo.

Las lágrimas resbalaban por sus mejillas cada vez con más profusión. Necesitaba a su mujer y a su hijo, pero apenas los había amado. En el fondo, se consideraba inferior, pero pretendía ganarse la consideración de los demás, y por era orgulloso y altivo. Había puesto una armadura invisible entre él y su verdadero modo de ser, y le estaba aprisionando.

Recordó todas las cosas de su vida de las que había culpado Por primera vez en muchos años, contempló su vida con claridad, sin juzgar y sin excusarse. En ese instante, aceptó toda su responsabilidad: nunca más culparía a nada ni a nadie de sus propios errores. Entonces ya no tuvo miedo, sino calma: "Casi muero por las lágrimas que no derramé", pensó.

Es fácil culpar a otros. Por eso, la sabiduría de vivir está, en buena medida, en conocerse lo suficiente a uno mismo. De lo contrario, la voluntad se hará cada día más débil, y la habilidad para engañarse por el orgullo, cada día más fuerte.

Nuestro caballero tenía que quitarse la armadura para enfrentarse a la verdad sobre su vida. Se lo habían dicho muchas veces, pero siempre había rechazado esa idea como una ofensa, tomando la verdad como un insulto. Y hasta que no reconoció sus errores y lloró por ellos, no consiguió liberarse del encerramiento al que a sí mismo se había sometido.

Siempre hay culpas exteriores, y hace falta mucha valentía para aceptar que la responsabilidad es nuestra. Pero esa es la única manera de avanzar, aunque sea un recorrido siempre cuesta arriba.

viernes, 27 de septiembre de 2013




KANT

El encuentro de Kant con Rousseau

Pese a las apariencias y prejuicios que atribuyen a Kant al haber estado aislado del pensamiento y realidades de su época, el presente ensayo demuestra que “KANT estaba muy abierto a la discusión filosófica de su tiempo, tanto sobre los fundamentos del conocimiento como de la moralidad. Leía con detenimiento a Rousseau directamente del francés” como se aprecia a continuación.

“sin el entusiasmo jamás se ha conseguido nada grande en el mundo”. Kant (1724-1804).

Cuando Kant tenía cuarenta años publicó dos ensayos cortos donde puede apreciarse el influjo decisivo que para él tuvo la lectura de Rousseau, en el mismo momento en que planeaba su problema filosófico central concerniente a los fundamentos racionales de la moral.

Tales ensayos son: observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime y Ensayo sobre las enfermedades de la cabeza, ambos publicados en 1764. Tanto el estilo crítico y la belleza de la estructura como los temas y los problemas allí planteados están directamente influenciados por Rousseau. Cassirer cuenta la anécdota que recuerda a Kant tan cautivado con la lectura de Emilio de Rousseau, cuando acababa de aparecer, que renuncio a su paseo vespertino con el asombro de sus vecinos.

Tanto las observaciones como el ensayo combinan la crítica de la sociedad de su tiempo con la búsqueda de un principio moral inconfundible por su generalidad y su objetividad. La crítica a la sociedad llega a ser tan radical que llega a ser tan radical que afirma que en tal sociedad nadie es tan sensato como aquel que no tiene a los demás por mejores que él mismo, es decir por tramposos. Pienso que desconocer la problemática de la época de Kant y desconocer la propiedad de sus observaciones críticas frente a su propio tiempo, puede conducir a creer que se trata de un idealista ingenuo o del creador de una fastidiosa jerga ideada para buscar impresionar a los más crédulos.

Lo cierto es que Kant estaba muy abierto a la discusión filosófica de su tiempo, tanto sobre los fundamentos del conocimiento como la moralidad. Leía con detenimiento a Rousseau directamente en francés y tenía traducciones disponibles de Hume realizadas por su amigo Hamann. Estaba enteramente consciente de las crisis de los valores morales ocasionadas por el desarrollo del individualismo moderno heredado de Hobbies y la tradición empirista. Kant buscaba, inspirado en Rousseau, establecer unos principios morales universales por encima de las costumbres y de las actitudes morales movidas por meras inclinaciones psicológicas, como la compasión y la amabilidad, o movidas por el solo conformismo social, como la búsqueda de honores y reconocimiento.

Sus  análisis de la vanidad consiguen una penetración comparable a la de La Rochefoucauld, pues llega incluso a considerar que se trata de una verdadera perturbación o de un trastorno del entendimiento consiste en el delirio, pues “de la conducta de los otros, que le miran atónitos con gesto burlón, el vanidoso concluye que le admiran”.

Es cierto que desde el comienzo de Kant distingue muy bien el plano de la descripción y el plano de la normalidad, incluso acepta la descripción hobbesiana del hombre movido por el egoísmo y el deseo de honores es en cierta forma un complemento de la virtud, aunque quien está movido de esta manera no actúa moralmente, sino por conveniencia.

Es desesperante el cuidado con el que Kant busca distinguir los diferentes motivos morales, para establecer el motivo más puro, el cual corresponde a la verdadera virtud o  a la auténtica moralidad. la dilucidación que él realiza de lo bello y lo sublime busca aclarar la jerarquía que existe entre las diferentes actitudes o motivaciones morales: “entre las cualidades morales, sólo es sublime la virtud verdadera”, pero la virtud verdadera está movida por los principios “que cuando más generales sean, tanto es más sublime y más noble”. Escribe en sus Observaciones.

Rousseau y Newton
“Newton advirtió por vez primera orden y regularidad, unidos
A una gran sencillez, allí donde antes no se hallaba sino el
Caos y la diversidad, discurriendo desde entonces los cometas
En trayectorias geométricas. Rousseau descubrió por primera
Vez bajo la diversidad de las configuraciones humanas adoptadas
La naturaleza profundamente escondida del hombre y la ley oculta,
Merced a la cual queda justificada la providencia de acuerdo con sus
Observaciones”.
Kant.

Cualquiera podría extrañarse al encontrar tal defensa de la moral en la época moderna, cuando la razón se identifica con el solo cálculo de conveniencias, tal como la entendía Hobbes. Es cierto, un lado de la razón es su capacidad instrumental de ajustar medios a fines y de encontrar los caminos más convenientes para los propósitos subjetivos. Pero el otro lado de la razón corresponde a la conciencia moral, es decir a la capacidad de justificar los propios actos frente a exigencias objetivas que construyen verdaderas obligaciones morales y jurídicas.

Sobre los principios morales, Kant escribe en sus observaciones lo siguiente: “Estos principios no son reglas especulativas, sino la conciencia de un sentimiento que vive en todo pecho humano y que es mucho más amplio que los fundamentos peculiares de la compasión y de la amabilidad. Creo que puede resumirse diciendo que es el sentimiento de la belleza y de la dignidad de la naturaleza humana”.

Es sorprendente encontrar veinte años antes de la fundamentación de la metafísica de las costumbres, su obra ética más celebres, el planteamiento del problema central bajo el influjo de Rousseau, quien había escrito en su Emilio (1762): “justicia y bondad no son solo palabras abstractas, puros seres morales formados por el entendimiento, sino verdaderas afecciones esclarecidas por la razón”.

El sentimiento moral de Rousseau y Kant corresponde a la conciencia moral, la cual no tiene un carácter psicológico sino que contiene un principio y la certeza de un juicio de valor sobre  la dignidad de la naturaleza humana, dignidad que está basada en el carácter activo propio del sujeto moral. El sentimiento moral es un sentimiento de la propia actividad de la voluntad, la cual se confunde con la autodeterminación o con la libertad, que es el valor moral más alto de la ética kantiana.

Tres años después de publicadas la Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, Kant escribió casi doscientas páginas de anotaciones (1767) en su propio ejemplar de la mencionadas Observaciones de 1764, allí se encuentra la mayor parte de sus reflexiones sobre Rousseau y muchas precisiones que aclaran el sentido de los términos empleados en sus primeros escritos, veamos: “ El sentimiento de placer o de displacer se refiere a aquello delante de lo cual somos pasivos a nosotros mismos en tanto que principio activo, dada la libertad para el bien y el mal. Este segundo caso es el sentimiento moral”.

Habría en nosotros, según Kant, una sensibilidad física, la cual se hace patente por nuestra pasividad frente a las impresiones sensibles y las inclinaciones. Y habría una sensibilidad moral que corresponde a la actividad de la voluntad o a la libertad de la voluntad, que es eso de lo cual tenemos un sentimiento moral, el cual conduce a la idea de la dignidad de  la naturaleza humana. O  a la idea de la humanidad, la cual es digna de respeto y va a aparecer en la formulación del imperativo categórico. Es con base en la dignidad o en la estructura moral del hombre considerado como sujeto autónomo, capaz de motivos verdaderamente morales que se establece el mandato o la obligación de no tratar a los demás como medios para mis propios fines, sino de considerarlos como fines en sí mismos.

Se trata de una dignidad igualitaria, que en principio se le reconoce a toda persona. Pero ese respeto se puede perder cuando uno infringe esa obligación, acudiendo a la instrumentalización de los demás a a su discriminación. Esa infracción del valor de la dignidad a de la igualdad de dignidad que a todos nos corresponde, produce la indignación frente  a una actividad que es considerada detestable.

Ese es el sentido preciso de la alusión de Kant a Rousseau en el mencionado ensayo: “A quien por un sentimiento moral, se enardece más de lo que otros pueden imaginarse según sus sentimientos lánguidos y a menudo innobles, ellos lo consideran como un fantaseador. Esta apariencia ambigua es sentimiento en sí buenos y morales es el entusiasmo, y sin él jamás se ha de conseguido nada  grande en el mundo”.

En las obras mayores de los años ochenta, Kant va a emplear una terminología filosófica más técnica y en ocasiones más abstractas, lo cual le va a ocasionar grandes problemas a su formalismo ético. Afortunadamente él va a retomar sus escritos precríticos de antropología y filosofía moral y va a reconsiderar su formalismo, cuando acepte que la moral no se puede resolver en una fórmula que comprima las exigencias de la razón pura, porque la libertad entraña elección y decisión, la razón por la cual va a distinguir entre voluntad y libre arbitrio.

Ni Kant ni Rousseau eran tan ingenuos cuando destacaron la capacidad moral que existe en los seres humanos. Ellos se dieron cuenta que a todos nos agrada que sean los otros quienes cumplan las leyes, para poder hacer la excepción consigo mismo en casos de necesidad. Lo cierto es que dilucidamos unos valores que se pueden exigir a los demás, a pesar del materialismo chato propio de la época moderna.


El influjo de Rousseau
“soy por inclinación un investigador. Siento toda la sed del conocimiento
Y la sed del conocimiento y al inquietud ávida de progresar en él, así
Como la satisfacción por cada conquista. Hubo un tiempo en que
Creí que sólo eso podría constituir el honor de la humanidad
Y desperdicié el vulgo ignorante. Rousseau me ha vuelto al camino Recto.
Desaparece la ofuscación que daba origen a esa
Preferencia, aprendo a honrar a los hombres y me sentiría más útil
Que el trabajador común, si o creyera que mi tarea puede aportar
A todas las demás un valor, el cual promover los derechos
De la humanidad”.
Kant.

·         Iván Darío Arango.
Universidad de Antioquia
“Enigma del espíritu moderno”.

  













“EL SENTIDO DE LA VIDA”

Fragmento filosófico

Según Polo, M. (2001) El hombre actual no descubre sino inventa, crea sentido a su vida. Con nuestro pensamiento creamos muchas formas de sentido de vida, creencias, ideologías, ideales, intereses, etc.

Necesita creer en algo y vivir por algo ¿Qué ha creado esta forma de dar sentido a la vida humana? Al dar sentido a su vida en alguna creencia, ideología, o intereses, se siente seguro y que su vida tiene una orientación. Sin embargo , la seguridad lograda es limitada porque solo lo es dentro del ámbito aquello que le da sentido ,dentro del grupo de creyentes, tiene que vivir en un mundo donde mucha gente persigue distintas metas, entonces tendrá que enfrentarse tarde o temprano con los demás. De ese modo, la invención de sentidos solo ha creado confusión a la vida humana y no está llevando a ningún lado a la humanidad .Y es que el pensamiento es muy limitado para abarcar la totalidad de la vida. Quién inventa mediante el pensamiento un sentido a la vida es porque ya cree que la vida misma no tiene sentido. La vida se nos parece muchas veces sin sentido, por lo tanto insegura; es ese temor a la inseguridad lo que nos hace refugiarnos en nuestra mente para tener algo de seguridad. Pero ni aun así encontramos la ansiada seguridad. En realidad el temor es el obstáculo para vivir de modo diferente, el temor a ser libre, a vivir. Y si uno no se libera de ese temor no es posible encontrar seguridad alguna.

¿Buscar o no buscar el sentido de la vida? Según Polo, M. (2001) Víctor Frankl dice que el sentido es la fuerza primaria en la vida del hombre ya que el hombre necesita vivir una vida con sentido, este es una fuerza que lo impulsa a vivir y afrontar cualquier situación .Nietzsche admitía, “cuando se tiene en la vida un porque, se vive sin dificultad el cómo”. Tenemos que saber porque nuestras vidas personales carecen de sentido. Trascender el sufrimiento no significa tener un corazón duro e indiferente, sino que significa la observación y comprensión del sufrimiento. Es difícil percibir el sufrimiento cuando este ocurre pero es indispensable. La percepción del sufrimiento puede permitirnos comprender que en realidad no sólo existen sufrimientos particulares, sino que la humanidad también está sufriendo y cada uno nos alimentamos con nuestro egocentrismo. De ahí la responsabilidad que tenemos de terminar tanto con el sufrimiento egocéntrico y buscar formas de vida diferente.

El sufrimiento puede ayudar a dar sentido a nuestra vida si se busca en él el lado positivo. Es un ejemplo el hombre viudo que sufre la pérdida de su mujer, pero se le puede ayudar a que se sienta mejor si se le dice que ha evitado ese mismo sufrimiento a su mujer por haber muerto antes que ella. En resumen, no podemos cambiar el destino así que si nos toca sufrir, debemos hacerlo pero siempre con la actitud más optimista posible.

-Búsqueda del sentido de la vida Según Chaurru, P. (1979) Un individuo no puede vivir y desarrollarse si no percibe un sentido de su vida; el hombre es simplemente un hombre más en la sociedad como la conciencia individual. Un individuo no puede vivir y desarrollarse más que si comunica un sentido a la vida en el grupo con el cual se identifica. No se puede vivir sin relacionarse con una sociedad de semejantes. Estamos insertados dentro de un conjunto de grupos engranados, desde la célula familiar hasta la comunidad, incluso hasta una sociedad cósmica superior como la ciencia ficción, ello hace preciso percibir un sentido de la vida .La necesidad del sentido de la vida es la condición misma de existencia de una conciencia de sí. Me parece vano imaginar una vida consciente sin la percepción de un sentido en la vida. Se pueden dar muchos a la vida, lo esencial es reconocer en ella un sentido, tener siempre una dirección en todos los momentos del camino. A veces la vida parece tan agitada que no nos da tiempo a pensar qué queremos realmente, o por qué, o cómo podemos conseguirlo. Pero hay que pararse a pensar, sin achacar a la complejidad de la vida como si fuéramos sus víctimas impotentes lo que muchas veces no es más que una turbia complicidad con la debilidad que hay en nosotros. Somos cada uno de nosotros los más interesados en averiguar cuál es el grado de complicidad con todo lo inauténtico que pueda haber en nuestra vida.

Si uno aprecia en sí mismo una cierta inconstancia vital, como si anduviera por la vida distraído de sí mismo, como desorientado, sin terminar de tomar las riendas de su existencia quizá por los problemas que pudiera suponer exigirse coherencia y autenticidad, parece claro que está en juego su acierto en el vivir y, como consecuencia, una buena parte de la felicidad de quienes le rodean. Lo cierto, que la reflexión sobre la propia vida aleja al hombre de la visión superficial de las cosas y le hace recorrer su propio camino. La vida le presenta numerosos interrogantes, de los que normalmente sólo obtiene respuestas parciales e incompletas, pero con una reflexión frecuente puede lograr que la multitud de preocupaciones, afanes y aspiraciones de la vida diaria no desvíen su atención de lo realmente valioso.

- Descripción del sentido de la vida Según Yepes, S.et at. (2003) El sentido de la vida podemos describirlo como la percepción de la trayectoria satisfactoria o insatisfactoria de nuestra vida. Descubrir el sentido de la vida es alcanzar a ver a donde lleva, tener una percepción de su orientación general y de su destino final. La vida tiene sentido cuando tenemos una tarea que cumplir en ella. Eso nos conduce hacia la estabilidad, ilusión y por tanto, y una cierta felicidad cada día que comienza. “Cuando hay felicidad se despierta un nuevo día con ganas de decir si a la vida, de seguir adelante, eso es la felicidad”. En cambio si te levantas con los ánimos por los suelos, si despierta con infelicidad, no hay más remedio que intentar recomponerla buscándole el sentido a ese día que va a empezar. Ver si puede esperar de él las ganas de seguir viviendo. La ausencia de motivación y de ilusión es el comienzo de la pérdida del sentido de la vida a lo que llamamos depresión.

¿Qué hacer si no encuentra sentido? Una posibilidad es la atomización de la vida, reduciendo la felicidad a los placeres; pero esto a lo único que lleva a ser hombres huecos, vacíos, llenos de paja. La otra posibilidad es reconocer con sinceridad la pérdida del sentido: el nihilismo .Responder a la pregunta del sentido de la vida es  tener una tarea que nos enfrente con las grandes interrogantes de nuestra existencia, y quien sabe responderlas, sabe lo que verdaderamente importa.

- ¿Tiene sentido la vida? Según López, A. (2003) El sentido de vida brota a la creatividad, y los seres humanos solo somos creativos en cada situación concreta. Alguien sufre un accidente, y tú te rebelas al ver su mutilación .Tu irritación te lleva a pensar que la vida carece sentido .No pierdas el tiempo en hacer consideraciones generales sobre la vida. Ponte en ayuda a ese ser menesteroso, y veras como vuestras vidas concretas se van llenando de sentido. En el encuentro, el sentido se hace palpable, denso, sugerente, reconfortante. Para captar el sentido, más allá del significado, hay que ampliar el horizonte vital, es decir, los criterios de interpretación de la vida, las pautas de conducta, las perspectivas desde las que podemos contemplar nuestra existencia y sus avatares. En definitiva, actitud virtuosa es la actitud solidaria en todas las vertientes de la vida. Según Bergson, la alegría anuncia siempre que la vida ha reportado una victoria. No hay triunfo mayor que crear formas levadas de unidad, porque en ellas reside el sentido más hondo de la vida.


"CALIDAD DE VIDA"





El término "calidad de vida" empieza a utilizarse entrados los años sesenta, pero principalmente a partir de los setenta como una reacción a los criterios economicistas y de cantidad que rigen en los llamados "informes sociales", "contabilidad social", o estudios de nivel de vida. De hecho la OCDE establece por primera vez en 1970, la necesidad de insistir en que el crecimiento económico no es una finalidad en sí mismo, sino un instrumento para crear mejores condiciones de vida, por lo que se han de enfatizar sus aspectos de calidad.

La calidad de vida, como concepto, es de definición imprecisa y la mayoría de Investigadores que han trabajado en él, están de acuerdo en que no existe una teoría única que defina y explique el fenómeno. El término "calidad de vida" pertenece a un universo ideológico y no tiene sentido si no es en relación con un sistema de valores.

"Calidad de vida" -y los términos que le han precedido en su genealogía ideológica- remiten a una evaluación de la experiencia que de su propia vida tienen los sujetos. Tal "evaluación" no es un acto de razón, sino más bien un sentimiento. Lo que mejor designa la "calidad de vida" es la "calidad de la vivencia que de la vida tienen los sujetos".
Analizar la "calidad de vida" de una sociedad significa analizar las experiencias subjetivas de los individuos que la integran y que tienen de su existencia en la mencionada sociedad. Exige, en consecuencia, conocer cómo viven los sujetos, sus condiciones objetivas de existencia y qué expectativas de transformación de estas condiciones desean, y evaluar el grado de satisfacción que se consigue.

Así la mayoría de autores conciben la calidad de vida como una construcción compleja y multifactorial sobre la que pueden desarrollarse algunas formas de medida objetivas a través de una serie de indicadores, pero donde tiene un importante peso específico la vivencia que el sujeto pueda tener de sí mismo.

Levi y Anderson (1980) señalan que, un alto nivel de vida objetivo (ya sea por los recursos  económicos, el hábitat, el nivel asistencial o el tiempo libre), puede ir acompañado de un alto índice de satisfacción individual, bienestar o calidad de vida. Pero esta concordancia no es biunívoca. Para ellos, "por encima de un nivel de vida mínimo, el determinante de la calidad de vida individual es el "ajuste" o la "coincidencia" entre las características de la situación (de existencia y oportunidades) y las expectativas, capacidades y necesidades del individuo, tal y como él mismo las percibe.

Llevando al extremo este razonamiento, podemos entender que la máxima expresión de la calidad de vida es la que se da en una situación de equilibrio ecológico perfecto, tanto en lo biótico y de entorno, como en lo social, cultural y mitológico, es decir, aquel paraíso perdido, antes de la ruptura ecológica de Eva y la manzana. 

Esto nos situaría la calidad de vida en términos absolutos, como un mito inalcanzable. Pero no olvidemos el componente vivencial subjetivo de la realidad. En cualquier caso queda en el haber de nuestro desarrollo conceptual, a partir de esta primera reflexión exegética, el aspecto de equilibrio ecológico, o en otros términos, de calidad ambiental, como un componente fundamental que aglutina un buen número de los posibles indicadores antes enunciados.

Pero además, en la valoración de este componente subjetivo esencial, entran en juego una serie de elementos en principio relacionados con las necesidades del individuo, pero que van tomando, cada vez más, un matiz social y comunitario. Hablar de calidad de vida como una referencia compleja al bienestar, nos acerca indefectiblemente a la misma definición de salud que la OMS ha propuesto: "No sólo la ausencia de enfermedad o padecimiento, sino también el estado de bienestar físico, mental y social".

Todo ello nos lleva a poder conceptuar la noción de calidad de vida como una adaptación entre las características de la situación de la realidad y las expectativas, capacidades y necesidades del individuo tal como las percibe él mismo y el grupo social. Para analizar la calidad de vida de una sociedad se debe considerar imprescindible el establecimiento de un estándar colectivo, que únicamente es válido para el momento y contexto específico de su establecimiento.

Queda, no obstante un aspecto fundamental a considerar y es el proceso relacional dinámico entre los conceptos referidos y la realidad urbana y social, que afectará profundamente el nivel de satisfacción que de ella se tenga. Por eso, la noción de "apropiación" referida tanto al espacio, los bienes, los recursos y los hechos sociales, se nos muestra clarificadora, en cuanto que permite relacionar el objeto en sí, la imagen y la identificación en un profundo y dinámico proceso que afectará tanto lo cognitivo, lo afectivo, lo funcional, como lo satisfactorio en un proceso de retroalimentación constante.

M.J. Chombart de Lauwe (1978) da una definición clara de apropiación, que se relaciona con el espacio, pero que es extensible a todas las facetas antes mencionadas. "Apropiarse de un lugar -dirá- no es únicamente hacer de él una utilización reconocida, es establecer con él una relación, integrarlo a las vivencias propias, enraizarse, dejar en él la huella propia y convertirse en actor de su propia transformación".

En los trabajos desarrollados en este ámbito, se ha podido constatar cómo los porcentajes de satisfacción más altos aparecen precisamente en los aspectos donde los sujetos tienen un nivel de apropiación más elevado, ya sea por la convergencia de imagen y gestión (es el caso de la valoración de la vivienda) o de imagen e identificación (caso de la ciudad global, como imagen y símbolo de una parte propia de su identidad). En los dos casos los porcentajes que acontecen se vuelven más críticos cuando se pasa al nivel del análisis funcional en aspectos concretos.


Sintetizando, analizar la calidad de vida en la ciudad requiere una postura ideológica de partida, que llevará a una valoración del contexto de la salud, en su aspecto comunitario, médico y asistencial, y en su aspecto de calidad; de la interacción social, en el contexto ambiental y económico en cuanto a la disponibilidad y calidad de los recursos dentro de un equilibrio que supera lo meramente ecológico (pero que lo incluye). Ello en relación a las expectativas comunitarias, pero sin olvidar que estas expectativas vienen conformadas por un marco ideológico referente o dominante. Razonamiento que sitúa al problema fuera de un planteamiento exclusivamente tecnocrático.